martes, 17 de febrero de 2015

Segunda semana, Brasil 2015

 Otro lunes, mis piernas estaban mejor y arrancaba nuestra última semana. Todos nos quedábamos hasta el viernes, menos un amigo de mi hermano que se volvía el jueves. Teníamos que aprovechar la playa a full.

Ese día decidimos ir a otra playa que nos habían recomendado, . pueden leer el resto aquí.

A todo esto yo había cumplido casi todos mis objetivos: 

  • Tomar Fanta de uva y gaseosa de Guaraná. 
  • Comer un churro en la playa
  • Comer Crepes




 Amaneció nublado (creo, estábamos durmiendo) siguió nublado, comenzó a llover.
El día gris nos mantuvo dentro de la casa, pero eramos 8 y no había forma de aburrirse.
Almuerzo, merienda, cena, risas. 
A la noche algunos salieron, otros nos quedamos.






En Canasvieras hay una famosa fiesta en un barco pirata, parecido al de Piratas de Caribe. Es un paseo de tres horas donde corre el alcohol, la música y la diversión. 
Como ya estábamos cortos de dinero, no íbamos a hacerlo, pero los chicos estaban con toda la fiesta encima así que juntaron dinero y media hora antes de que el barco zarpara se fueron hasta el muelle, mientras mi hermano, mi primo, mi hermana y yo nos quedamos en casa. Había que ordenar, bañarse, merendar y utilizar las redes sociales. Después de todo había WIFI en la casa y todos tenían sus celulares, o yo mi Tablet.

En eso estábamos cuando mi hermana que quería comprarse unas Crocs, le pidió a mi hermano que la llevara hasta Jureré donde supuestamente las vendían en una tienda.

Allá fuimos los cuatro que estábamos en la casa. El Lujo de Jurere es increíble, hay mansiones, literalmente, mansiones. Lo único malo?¿ es que mi hermana no consiguió sus Crocs, porque curiosamente en Brasil no había muchos talles. Además que eran bastante más caras que en Córdoba.

Esa noche fuimos a un pizza libre, donde un mozo cordobés nos iba recomendando pizzas de diversos sabores. Esto es muy típico de allá, un restaurant donde los mozos pasan con bandejas de pizza y cada uno va pidiendo una porción si quiere y a la largo de la noche cenas un montón de sabores.


Se nos fue uno de los ochos monos, nuestra manada quedó reducida. 
Mientras mi hermano llevaba a su amigo hasta la terminal de Florianópolis (y se quedaban en un shopping enorme que encontraron), mi hermana y yo nos fuimos de cabeza a la playa.
Nos compramos un yogurth de coco, del que nos habíamos hecho adictas, una botella de agua y galletas.
Desayunamos en la playa, disfrutamos el día de sol. Yo me puse mucho protector, no quería quemarme de nuevo.

Al rato y a cuentagotas empezaron a venir el resto de los chicos. Aprovechamos lo más que pudimos la playa y nos volvimos a la casa a escuchar música. Cenamos en un diente libre y a la cama.

 
Nuestro último día, supuestamente nos íbamos a levantar temprano a ver el amanecer... siii, seguro. A media mañana nos bañamos y sin importarnos la lluvia fuimos a recorrer las tiendas para comprarle regalos a mis papas y hacer las últimas compras en el supermercado. Yo preparé unos sandwiches, con mi hermana almorzamos helado en un bufet de helados que habíamos encontrado la noche anterior y de ahí nos llevó mi hermano hasta Florianópolis, la terminal nos esperaba y nuestro colectivo a casa salía en dos horas.

Con todas las valijas, mucho bronceado y acompañadas por el día plomizo nos sentamos (esta vez adentro de la terminal) y merendamos en un bar. Probé jugo tipo Cepita de uva y cuando menos lo pensamos ya estábamos de vuelta en el colectivo camino a casa.

Por lo menos el colectivo de vuelta, que si bien era de la misma empresa, tenía películas, nos dieron una bandeja con galletitas y un juguito, además el baño tenía agua.





 El viaje de vuelta se nos hizo eterno, no queríamos parar, no queríamos bajar, sólo queríamos llegar. No fue un viaje con gente divertida, de hecho nos tocaron dos nenitos que se hicieron amigos en el bus y fueron todo el  viaje gritando, moviéndose y desperdiciando café.

En la frontera habremos estado una hora en total, no tuvimos que bajar esta vez. Así que nos quedamos en el fresco interior del colectivo. 
A los pocos metros paramos a comer en un restaurant, pero mi hermana y yo volvíamos a tener el bolso de comida lleno, así que solo compramos una papas fritas.
Creo que dormimos mucho más, o dormitamos por ratos. 
En algún momento el paisaje brasilero de montaña selvática y tierra rojiza quedó atrás, y le dio lugar a los llanos campos de cultivo argentinos.
Las vacaciones terminaban, detrás de nosotras quedan de recuerdo dos hermosas semanas que nos llenaron el corazón.

Mi papá y mamá nos esperaban con abrazos y "qué bronceadas que están" que lindo volver a verlos, por un momento me acordé del brasilero que viajó con nosotras a la ida y que se reencontró con su familia.

Me preguntaba cómo iba a hacer para volver a mi casa y no vivir con los chicos que tanto me hacían reír, y ahora que escribo todo esto, me acuerdo y me entra la nostalgia. Que recuerdo hermosos.

Lo mejor de ese sábado a la noche fue ver que en mi perfil de Au Pair tenía una nueva familia esperando contactar conmigo, la cereza perfecta para terminar unos mágicos 15 días.

À bientôt


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